2 may. 2010

De héroes, Selecciones y bolsos negros cruzados

¿Quién no conoce la revista "Selecciones". Es una de las publicaciones mensuales más clásicas que conozco, entre Condorito y toda la serie de revistas que podemos disfrutar en una peluquería.
Esta revista tiene una variedad temática y una constante que la caracteriza. Cada mes podemos encontrar entre sus páginas dos o tres casos heróicos, de personas que ayudaron a quienes las necesitaban. Novios que de camino a la iglesia deben ayudar a una niña que se está ahogando en un caudaloso rio, bomberos que arriesgan su vida entre las llamas, enfermeras que se entregan en cuerpo y alma a aus pacientes. En fin, podemos conocer la historia de personas comunes que hacen cosas fuera de lo común, a favor de los demás. Héroes cotidianos que se salen del anonimato gracias a sus salvados, quienes cuentan sus historias y nos hacen pensar que cualquiera de nosotros puede ser ayudado por uno de ellos, o mejor aún, pensar que nosotros podemos ser como ellos.
Resulta ser que el pasado sábado estaba con Suricato y Marmota. Fuimos a comer a un local de comida rápida para luego continuar hasta el "festival de la lectura" que se celebraba en la Plaza Francia de Altamira, aquí en Caracas. Mientras ellos esperaban la orden de comida tuve que ir al baño. Ýo cargaba un bolsito de esos que se usan cruzados en el pecho que son muy cómodos para salir un fin de semana y llevar cosas básicas de supervivencia.
Salí del baño, bajé hasta la mesa y me senté a comer con ellos, compartimos una excelente sobremesa hasta que.....¡Oh, Oh! me invadió un inmenso pánico y una sensación de estar perdido e indefenso. "¿Y mi bolso?" -pregunté-
Coño!-dijo Marmota
Lo dejé en el baño!- dije y me quedé paralizado. Estaba seguro de que lo había perdido.
Sube a buscarlo-dijo Marmota.
Salí corriendo escaleras arriba hasta el baño. Entré en la cabina que había utilizado y nada, como era de esperarse en Caracas, no estaba. Allí la tristeza y paralización se estaban apoderando de mí. Dentro del bolso tenía un hermoso sweter que mi mamá me trajo de España, tenía una compota que me iba a comer más tarde en el cine, un paraguas carísimo y mi monedero con suficientes monedas para pagarme el pasaje de toda una semana.
Suricato ensegida se dió cuenta de mi estado de shock y me djjo: "vente, vamos a preguntarle al gerente"
Me tomó de la mano y fuimos hasta la barra. Pedimos hablar con el gerente. Él vino muy amablemente y Suricato le planteó la situación, mientras yo temblaba pensando que habia perdido un regalo que me trajo mi mamá y que tiene un gran valor sentimental para mí.
El gerente dijo que no había nada y le sugerimos hablar con la persona que limpiaba los baños ese día. ¡Cuál fue mi sorpresa cuando la muchacha dijo que efectivamente ella lo tenía guardado porque un señor le habia informado que alguien lo habia olvidado en el baño!
Me sorprendió sobremanera la honradez del señor que lo vió en el baño y de la muchacha que lo guardó para dármelo.
Hasta aquí me parecía una historia digna de ser enviada a la revista Selecciones. Que en Caracas alguien se encuentre un bolso y le informe al personal del local para que lo guarde no es muy común. Agradecí a la muchacha, le dije "Dios te Bendiga" y sali contento con mi bolso hasta la mesa dónde nos esperaba Marmota. En ese momento la muchacha y el señor del baño se habían convertido en mis héroes. Una mezcla de lo mejor de cada uno de los que vemos en televisión.
Mi sorpresa y alegría duró poco. Cuando abrí el bolso lo primero que me dí cuenta es que no estaba el monedero. O sea que quién lo encontró primero no fue tan honrado y lo revisó. Luego tampoco estaba el paraguas. me molesté un poco, pero bueno tal como me dijo Marmota: "¿qué prefieres, perder el monedero y el paraguas pero haber recuperado el sweter o que se le hubieran llevado todo?".
Sin duda alguna estaba muy contento de conservar mi sweter, que demás está decir que es bellísmo, muy europero. Estoy contento porque por lo menos sigo teniendo mi bolso y mi sweter y agradezco a Dios por ese regalito. Supongo que quien se llevó las monedas las necesitaba más que yo así que ojalá le solucionen sus problemas y lleven prosperidad a su hogar. En cuanto al paraguas, bueno ya me compraré otro. Total, puedo regresar cuantas veces quiera a dónde lo compré y no tiene mayor valor emocional. Pero ¡Mi sweter seguirá abrigándome y me harpa recordar siempre el cariño de mi madre y su maravilloso viaje a la Madre Patria!. Ah, también debo decir que me dejaron la compota, aunque después no fuimos a cine me la comí en la sala de la casa de Suricato.
Una vez más, Marmota y Suricato estuvieron conmigo en un importante momento de mi vida. Después de todo, si tengo motivos para escribir a Selecciones y decir a todo el mundo que mis héroes una tarde de sábado en un local de comida rápida fueron el amor de mi vida y mi mejor amiga. Así que no se asombren cuando en cualquier momento vean en la revista como una Marmota y un Suricato hacen felíz la vida de un caraqueño afortunado.

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