Lo cierto es que tengo en mi haber una serie de eventos desafortunados, acompañados de mi característico “Aaaay” , así alargando la “a” un poco más de lo normal y por el que mi marmota y mi familia ya identifican que algo desastroso me ocurrió y corren a socorrerme.
En una oportunidad, quise probar una receta que me dio una compañera de trabajo. Así que esa noche monté mi olla, con el plátano picado en ruedas milimétricamente perfectas, la cantidad necesaria de agua, las 4 cucharadas de azúcar y el toque secreto de canela sugerido por mi compañera……Unos cuantos minutos más tarde, comienza a oler muy bien. Yo, desde la cama comienzo a buscar cuál puede ser la fuente de ese dulce aroma que llamó mi atención, pero en vez de insistir en mi búsqueda me quedo en la cama viendo TV.
Sin lugar a dudas el flojo trabaja doble, y lo demostraré a continuación. Hace pocos días, me provocó acompañar mi sándwich de la cena con un delicioso té con leche. No consumo leche preparada, sólo en polvo, así que debo prepararla antes de tomarla. Generalmente caliento el agua, la vierto en un bol, añado tres cucharadas rasas por taza y mezclo con un batidor. Por mi flojera a tener que fregar todo ese perolero, pues se me ocurrió la genial idea de verter el agua en un vaso plástico con tapa, colocar las cucharadas de leche, tapar y comenzar a batir. Lo que viene ya se lo imaginarán….pues sí, atinaron, al primer intento de agitar el vaso la tapa voló con todo el contenido, quedé totalmente bañado en leche, la cocina echa un desastre. Mi marmota, que estaba cocinando voltea a verme y me dice el acostumbrado “Coño, Lucy”. Mi ataque de risa duró hasta poco después de haberme quedado dormido. Por no lavar un batidor y un bol tuve que limpiar cocina, y hacer muchas otras cosas que no tenía planificadas.
Esto es sólo una muestra, de los tantos acontecimientos diarios que marcan mi lista de desastres.