8 feb. 2007




La cocina. ¿Cuántas cosas no han ocurrido en este espacio de la casa destinado a preparar los más ricos manjares que deleitarán el paladar de quienes allí conviven?. Claro, también es un espacio donde puede hacerse muchas otras cosas, si se es lo suficientemente creativo. Sin emabrgo, mi historia está referida exclusivamente a la preparación de un exquisito plato para el almuerzo de hoy.


Anoche, llegué a casa temprano, porque esta semana ha sido verdaderamente dura en el trabajo y los niveles de strees me han dejado agotado, muerto, pidiendo un descanso en un spa, o en su defecto un profundo masaje de mi Marmota. Debido a este cansancio extremo decidí no ir al gimnasio y llegar temprano a casa para preparar el almuerzo de hoy.


Trás abrir la nevera para hacer inventario y saber qué podía preparar, me encuentron con una jarra de agua, unas bandejas de quesos, una botella de vino, un paquete de salchichas, un refresco para las visitas, dos tomates, una cebolla, medio pimentón, huevos y más nada. Si, ya lo sé, es hora de hacer mercado pero no hemos tenido tiempo de ir, nos tocará este fin de semana.


En vista de lo desabastecido de nuestra nevera, decidí ir al abasto que está al frente del edificio para adquirir algunos vegetales que acompañaran al puré de papas y las chuletas a la plancha que planeaba preparar.


Pensé comprar unos calabacines y zanahorias, pero debes ser atendido por el señor de la sección de verduras y frutas para que tome el peso de los productos y marque su precio para ir a pagarlo en la caja. Decidí irme por la vía fácil y tomar unas bandejitas previamente pesadas y marcadas, escogí una que contenía una berenjena, una chayota y una col hermosa, grande y frondosa.
Aquí hago una aclaratoria, me gustan muchos las coles de Bruselas, cuando vi esta col, tan parecida a aquellas pensé que era una col de otra nacionalidad y no una Belga.
Voy a casa, me pongo a cocinar y recibo la llamada de mi Marmota informandome que iba con sus padres y que llevaban la cena. Pues me dediqué por completo a preparar la comida, en poco menos de una hora estaba todo listo. Llega la familia, padre, madre y hermano; los saludos, el respectivo abrazo, besos y demás menesteres.
En medio de mis dudas ante los gustos de mi Marmota le pregunto:
Yo: Preparé el almuerzo, ¿te gustan las coles?
Marmota: ¿Las coles?
Mamá de Marmota: Si, las coles, el repollo (tratando de instruir al hijo)
Yo: No, no es repollo son coles, como las de bruselas pero más grandes, la vi en el abasto y la compré porque está grandota, bonita y frondosa.
Mamá de Marmota: ¿Coles? para ver qué fue lo que hiciste.
En este momento de haber sonado música de suspenso hubiese sido fenomenal, de película. Voy a la cocina y están todos en la sala con cara de duda, nadie sabía de qué les estaba hablando. Tomo mi plato con mi col enfriándose, y la llevo con orgullo a la sala.
Yo: esta es la col, pero no sé si se prepara así porque lo que hice fue sancocharla.
Mamá de Marmota: Gustavo, eso no es una col es una alcachofa!!!!!
Todos: jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja
Yo: jajajajajajajajajajaja (bueno, ¿qué otro remedio me quedaba?)
Se podrán imaginar mi cara de ponchado (como los bateadores de béisbol cuando fallan tres veces la pelota)(Aclaratoria sólo para quienes no sepan de béisbol), luego de tanto reirse, me quedé esperando que me dijeran el acostumbrado: "Coño, Lucy", pero no lo dijo. Cada cierto tiempo, durante la cena y el resto de la velada me reía recordando mi error.

Y así fue cómo confundí una alcachofa con una col. Bueno, pero si tienen cierto parecido.