
En el Metro de Caracas es absolutamente imposible llegar a perder la capacidad de asombro. ¿Por qué digo esto? Ya en ocasiones anteriores escribí algunas cosas al respecto. Hoy quiero rescatar y conpartir una de las últimas experiencias que me tocó presenciar.
A pocos metros de dónde iba sentado y de forma completamente diagonal, estaba un señor de unos cuarenta y tantos años acompañado por un adolescente, que tenía toda la pinta de ser su hijo. Tendría unos 14 o 15 años.
Cuando el Sr. en cuestión comenzó a lanzar hacia arriba y a atajar su teléfono celular, no pude evitar centrar mi atención en lo que allí estaba pasando. Aunque yo iba sólo, pude escuchar a Marmota decirme como siempre que comienzo a estar "atento a todo lo que pasa a mi alrededor", !Deja la Cotilla! :-)

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