Ya casi es Navidad, faltan pocos días para ese esperado 25 de diciembre. Cuando éramos muy niños nos emocionaba esta fecha, yo contaba los días para ver el tan esperado regalo que me iba a traer el Niño Jesús. Me hacía feliz despertarme antes del amancer a revisar debajo de la cama para ver qué juguete encontraba allí. Luego vamos creciendo, crecemos en tamaño, en edad, en madurez, en sabiduría pero no dejamos de ser ese niño que sigue esperando recibir algo en este esperado día dónde ya se destapa al niño del nacimiento y se cantaron los respectivos aguinaldos.
Muchos esperaran cosas materiales, otros seguiremos pidiendo esos bienes espirituales que nos permiten seguir creciendo día a día y nos acercan al ideal de persona que tenemos de nosotros mismos.
Pero, ¿qué es la Navidad? pudiera decir muchas cosas, las que he aprendido a lo largo de mis 33 años de vida. Es, principalmente la celebración por el nacimiento del Niño Dios, reunirnos en familia para celebrar el amor y el Amor. Es recordar que un día como este Dios, en su infinita bondad decidió hacerse uno de nosotros, crecer con nosotros y acercarse, de esta manera, a cada uno de sus hijos, Quiso bajar de sus alturas y convencernos de que no es un Dios lejano, castigador, regañón, sino que es alguien que conoce nuestra naturaleza, no sólo porque la creó sino porque la vivió. Habita dentro de cada uno de nosotros, para decirnos que nos quiere, acepta y tiene presentes tal cual somos, con nuestras fortalezas y oportunidades de mejora. no es un Dios castigador que está esperándonos a la vuelta de la esquina para darnos nuestro merecido pr los errores cometidos. Tampoco es un escritor que tiene pautado todo lo que nos va a pasar a lo largo de nuestras vidas. Nos hizo libres y dueños de lo que hacemos, cada uno de nosotros decide hacer el bien o el mal. Cada uno decide ayudar a los demás y evitar hacerle el daño a otros. Cada uno decide perdonar o arrastras rencores y malos sentimientos a lo largo de su vida.
Agradezco a Dios la certeza de que siempre me lleva cargado, aún en los peores momentos y de que siempre tiene esas señales que me van indicando el camino adecuado para mí. No soy un calientabancas de iglesia, hace algún tiempo que no voy a una. Tampoco soy la perfección en dos patas ni un ejemplo de virtudes, no le hago el bien a tantos como quisiera, aunque tampoco ando haciéndole cosas malas a nadie. Lo que si soy es un ser humano agradecido con Dios y con la vida por todos los regalos que me ha dado, por cada bendición que se esconde en la mirada de Marmota, en las caricias de mi Madre, en mi papá, que con su particular manera de querer siempre será una figura importante en mi vida, en las sonrisas y abrazos de mis niños, en los ex alumnos que a pesar de los años de vez en cuando me echan una llamadita o me mandan mensajes de texto para recordarme que hice con ellos un buen trabajo, agradecido por cada persona de mi familia, mis suegros, cuñados, primos, mi casi hermana mayor, por Suricato y el tesoro de la amistad.
Pero, ¿qué es la Navidad? pudiera decir muchas cosas, las que he aprendido a lo largo de mis 33 años de vida. Es, principalmente la celebración por el nacimiento del Niño Dios, reunirnos en familia para celebrar el amor y el Amor. Es recordar que un día como este Dios, en su infinita bondad decidió hacerse uno de nosotros, crecer con nosotros y acercarse, de esta manera, a cada uno de sus hijos, Quiso bajar de sus alturas y convencernos de que no es un Dios lejano, castigador, regañón, sino que es alguien que conoce nuestra naturaleza, no sólo porque la creó sino porque la vivió. Habita dentro de cada uno de nosotros, para decirnos que nos quiere, acepta y tiene presentes tal cual somos, con nuestras fortalezas y oportunidades de mejora. no es un Dios castigador que está esperándonos a la vuelta de la esquina para darnos nuestro merecido pr los errores cometidos. Tampoco es un escritor que tiene pautado todo lo que nos va a pasar a lo largo de nuestras vidas. Nos hizo libres y dueños de lo que hacemos, cada uno de nosotros decide hacer el bien o el mal. Cada uno decide ayudar a los demás y evitar hacerle el daño a otros. Cada uno decide perdonar o arrastras rencores y malos sentimientos a lo largo de su vida.
Agradezco a Dios la certeza de que siempre me lleva cargado, aún en los peores momentos y de que siempre tiene esas señales que me van indicando el camino adecuado para mí. No soy un calientabancas de iglesia, hace algún tiempo que no voy a una. Tampoco soy la perfección en dos patas ni un ejemplo de virtudes, no le hago el bien a tantos como quisiera, aunque tampoco ando haciéndole cosas malas a nadie. Lo que si soy es un ser humano agradecido con Dios y con la vida por todos los regalos que me ha dado, por cada bendición que se esconde en la mirada de Marmota, en las caricias de mi Madre, en mi papá, que con su particular manera de querer siempre será una figura importante en mi vida, en las sonrisas y abrazos de mis niños, en los ex alumnos que a pesar de los años de vez en cuando me echan una llamadita o me mandan mensajes de texto para recordarme que hice con ellos un buen trabajo, agradecido por cada persona de mi familia, mis suegros, cuñados, primos, mi casi hermana mayor, por Suricato y el tesoro de la amistad.
Por eso, esta Navidad mi mesa estará llena de agradecimientos. A pocos días del nacimiento del Niño Dios aún no sé qué pedirle, aunque hoy si sé por todo lo que tengo que agradecerle.
Que esta Navidad sea motivo de celebración para cada uno de ustedes que están allí, detrás de mis trazos y que sin importar sus creencias religiosas sepan amar a sus semejantes y hacerles todo el bien que puedan a quienes les rodean.
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