Llegan unos merecidos días de descanso. Desde hoy hasta el lunes estaré disfrutando del asueto de la Semana Santa. Fecha propicia para muchas cosas, pues no todos la viven de la misma manera. Algunos, reflexiona, meditan, se acercan a sus templos y viven el triduo pascual desde su más profunda e inmensa fe. Otros, viven el stress del tráfico infernal para llegar a zonas costeras y regresar el domingo, stresados, cansados y maltrechos por un largo viaje de regreso para reiniciar su vida laboral y cotidiana.

Para quienes creemos que Dios se hizo uno más de nosotros, siendo hijo del Padre para darnos la muestra de amor más grande que alguien puede dar, son días de reflexión y contacto con nuestro yo espiritual. Son días para preguntarnos qué hacemos por los demás, cómo ayudamos a otros, cuán conscientes estamos de los necesitados que nos rodean. Mucho más allá de llenar la semana con ritos que permiten el encuentro con una comunidad que comparte la misma fe, creo que debemos llenarnos de amor al prójimo, de esperanza, de fe y de alegría porque aunque no podamos verlo, en algún lugar y en todos los lugares a la vez hay un Dios que nos ama, y que nos ayuda cuando más lo necesitamos. Un DIos que puede estar en una iglesia, o en el lugar que nosotros decidamos contactarlo. Un Dios que nos permite ser cada vez mejores y que nos hizo libres para construir nuestro rumbo. Un DIos que nos ama como somos, sin mayor exigencia que cumplir el mandamiento más importante, el mandamiento del amor. "Ama a tu prójimo como a tí mismo". Un DIos que está mucho más allá de nuestra comprensión humana y que nos regala todos los días pruebas y señales de su amor.

Esta semana Marmota y yo nos quedaremos en Caracas, pues los intentos que hicimos para viajar no dieron frutos. Así que nos toca descansar, salir, disfrutar de nuestra compañía, cine, teatro, quizás alguna cena o un rato en algún lugar nocturno. Sin olvidar mirar hacia adentro de nosotros, revisarnos y alimentar nuestro espíritu para encontrarnos más de cerca con nuestro Dios. Visitaremos nuestros 7 templos, acompañando al Jesús que sufre su pasión y recordando que él nos acompaña en los momentos más difíciles.