1 sept. 2006

Todo hombre, sin importar raza, edad, cultura, estatura, condición física, credo, nivel educativo u orientación sexual, nace con una marcada tendencia para creerse el amo y absoluto soberano del control remoto.

A todos nos gusta sentirnos dueños de la imagen que se manifiesta en la pantalla de la famosa caja. No en vano el zapping es el deporte nocturno por excelencia. Pues, no exige preparación física ni entrenamiento previo. Ni siquiera se necesita manejar mucha información para presionar las teclas que te pasean por toda la gama de canales que posee.

La imagen más cercana que tengo para comparar a un hombre con el control remoto en las manos, es la de un perro jugueteando con un hueso. Acaso, ¿hay algo más difícil que despojar al amigo canino de su juguete natural? Lo mismo pasa con el hombre, una vez que se apodera del control, gruñe y ataca a quien pretenda quitárselo.

Si ya uno es un problema, peor aún es cuando somos dos quienes nos disputamos por "tener el control". Es así como el espacio dedicado a las artes amatorias y el derecho al merecido descanso de cada noche se convierte en el escenario de la batalla campal por acariciar esos botones con nuestros dedos.

No encuentro la forma de que firmemos un tratado de paz, nínguno está dispuesto a ceder el artefacto al otro. Los peores momentos ocurren cuando juega al "zapping". No tengo nada en contra de este deporte, pero cuando no es compartido genera más diferencias conyugales que la liga española o el tan esperado Caracas-Magallanes (los equipos de béisbol venezolano con más seguidores).

Mis cosntantes súplicas por "déjalo ahí" no funcionan. Mis pocos intentos por hacerme dueño del control, sólo han traído un "eso no me gusta", "pónlo en el canal que estábamos viendo". Todos estos problemas nos llevaron a tomar una decisión, colocar el servicio por suscripción en los dos televisores. Aún no lo han hecho; creo encesario aclarar que sólo llevamos cuatro meses de vida en común y no tenemos todos los servicios que deseamos.

Mientras llega la compañía de tv por cable a darnos la bienvenida al mundo de la televisión privada, y decidimos que noche le toca a cada quién ver tv en la sala y a quién en el dormitorio, encontré la forma de convivir en paz con su deporte. Para ello, tuve que hacer un gran sacrificio. Decidí renunciar, momentáneamente, a ver tv y mientras él práctica "zapping" de su lado de la cama, yo, desde el mío disfruto de los libros que aún no he podido leer.


PD: esta página tiene algo en mi contra. Cómo ya aprendí a hacer algunos arreglos, ahora no me deja publicar las fotos que tengo para acompañar mi post.

No hay comentarios.: