El ser humano y sus reacciones nunca dejan de sorprenderme. Cada día nos encontramos con virtudes a flor de piel y con mezquindades insospechadas. Pero eso es lo grandioso y decepcionante a la vez, hasta que entendamos que nadie es ni bueno ni malo per se y que cada cual actuará según sus intereses y convicciones personales dependiendo de la situación. La gente nos sorprenderá y nos decepcionará constantemente, lo que no quiere decir que pierda la fe en la bondad de las personas ni que voy a vivir metiendo las manos en el fuego por tal o cual persona.
Hablando de manos, no quemadas precisamente y decepciones que nos llevamos con la gente, hoy viví un evento que involucró ambos elementos: la mano y las decepciones.
Iba yo de lo más inocente, tranquilo y dormido en la camioneta (guagua, colectivo, bus, buseta) para mi trabajo y como había mucha gente me tocó ir de pie. Tratando de ser un buen ciudadano me fui hasta el final del pasillo para pararme cerca de la puerta trasera y no estorbar el paso de quienes se montaban y bajaban en el trayecto. Iba allí, viendo el paisaje, quejándome del calor y de lo lejos que me queda todo cuando en una de las paradas al chofer se le ha ocurrido la genial idea de abrir la puerta trasera, mi mano derecha sosteniéndose del tubo fue literalmente "espachurrada" con la puerta, que gracias a Dios no tuvo una presión tan fuerte como siempre lo hacen. Yo estaba allí rodeado de gente, privado por el dolor al sentir como la puerta cada vez hacía más presión en mi mano contra el tubo y nadie hacía ni decía nada, aunque todos me veían.
El dolor era tan intenso que no me salía la voz ni para gritar, hasta que pude medio pedirle a alguien que estaba a mi lado que me hiciera el favor de avisarle al chofer para que cerrara la puerta y así liberar mi mano de esa tortura (disculpenme si escribo muy lento pero es que aún me duele mi mano)
Nadie dijo nada, nadie me preguntó nada y todos allí como si nada hubiese pasado. Yo tragándome mi dolor y mi orgullo herido solamente aplicaba un sencillo masaje a mi enrojecida manito espachurrada. A esto me refería con las decepciones, yo esperaba que alguno de los presentes por lo menos tomara la iniciativa de sacarme la mano, o advertir de inmediato al conductor. pero nada, cero solidaridad, cero compasión. Es que ni siquiera se rieron, simplemente allí no pasó nada. Pecaré de egocéntrico y todo pero ¡coño, era un ser humano el que estaba pasando por una situación peligrosa! Gracias a Dios y a mi siempre alerta ángel de la guarda no me pasó nada más que un pequeño apretón.
No quise contarle nada a Marmota durante el día para no preocuparlo, pero cuando nos conseguimos en la tarde fue lo primero que hice, y como buena Marmota que es se deshizo en mimos y atenciones hacia mí. ¡Hasta un helado de chocolate con ron pasas me llevó a comer! y como si eso fuese poco me regaló uno de los tubitos de galleta que pusieron en el suyo. Díganme si eso no es un detallazo de amor. Es que cada día me enamora más mi tierna y motivo de orgullo Marmota.
El helado genial, su compañía, pues muy reconfortante. Cada vez más insistentes en la búsqueda de un hogar que podamso pagar y que cubra nuestras expectativas, pero siento que cada evz estamos más cerca de conseguirlo. Si alguno de ustedes sabe de algo, pues puede avisarme también.
2 comentarios:
Esa falta de solidaridad es en toda latinoamérica, no solo en Caracas, esa es una de las feas herencias que deberiamos erradicar.
Claro que por estar así de mimado yo me dejaria espichar un pié si fuera necesario jejeje.
Tienes razón, cada quien actua de acuerdoa sus criterios y eso no le hace ni bueno ni malo.
hay que feo lo que contas, pero por suerte tuvo un final feliz el de los mimos y cariños de marmota !!!
para mi lo hiciste a proposito para recibir todo ese afecto, jajaja
abrazos hacia un monton que no entraba es que estaba enroscado en una depresion tremenda, pero ya voy superando.
pd: siguen viendo la ruleta de la suerte ? que lindo que esta ese chico, ja
besos y saludos
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