
Nada de lo que diga o escriba va a poder compararse con las emociones que se me desatan en este momento. Pienso y recuerdo este hermoso fin de semana que acaba de pasar y no encuentro las palabras más adecuadas para poder describirlo, es que ni las mejores pueden siquiera acercarse a lo que significó para mi el pasado fin.
Imagínense Marmota, mi Mamá, mi niño y yo juntos paseando, almorzando y comiendo helados para ponerle la guinda a una jornada que me hizo sentir en las nubes.
La idea fue de Marmota, cuando tiempo atrás en una conversación telefónica le dijo a mi niño que lo invitaba a un paseo al zoológico. Él se emocionó tanto que no hacía sino preguntar cuándo ocurriría esto. No sé quién de los 4 estaba más emocionado el domingo. Si mi mamá que tienen a este niño super consentido, como si de su nieto se tratase, si el niño disfrutando una salida, yo viendo a mi Mamá feliz al niño emocionadísimo y mi Marmota allí con nosotros o él viéndonos a nosotros 3 disfrutando tanto. La verdad es que este cuarteto irradiaba felicidad y el amor profundo que nos une de una forma mágica, especial y única.
Aquí sólo me queda decir como la canción ¡Gracias a la vida que me ha dado tanto! Una Madre maravillosa, un amor grande de mi Marmota, mi niño que ha llegado como un tesoro del cielo, mi papá con sus silencios, mis abuelos con sus mimos, mis suegros con sus detalles, mis cuñados con sus juegos y comprensión, mis amigos con sus consejos y compañía, mi Suricato por su eterna amistad y comprensión total y cada una de las personas que se han cruzado en mi vida para enseñarme a vivir mejor y a ser mejor persona.
Fue así como tres tarajallos y un pequeño niño disfrutaron toda una tarde en el museo de los niños. como chiquilines estábamos jurungando todo, explicándole al niño, jugando con él y mezclándonos con la multitud para pasar un rato ameno, divertido, diferente. El objetivo fue superado con creces, la pasamos mejor de lo que podíamos habernos imaginado. Nos faltaron muchas cosas por hacer, pero habrá futuras oportunidades para recorrer esas instalaciones que me sirvieron para recordar que tengo más recuerdos hermosos de mi infancia de lo que me imaginaba. Todos los años, durante mi escuela primaria, había un paseo planificado para este centro del saber que nos ayuda a entender mucho mejor c+omo funciona nuestro cuerpo y el mundo que nos rodea. Biología, física, mecánica, electricidad son algunas de las ramas que podemos estudiar en estas instalaciones mágicas que aunque están deterioradas y necesitan una urgente manito de cuidados no dejan de impresionar y divertir educando a los niños de mi ciudad.